Acudo hoy ante esta soberanísima y plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente, expresión del poder constituyente originario, y que convoqué hace tres años para que, de forma milagrosa, defendiera y garantizara la paz de nuestro pueblo, para presentar al país y a nuestro pueblo una propuesta para el momento histórico que vive Venezuela, gravemente amenazada por poderes imperiales y víctima de un bloqueo criminal.Vengo hoy a solicitar al Poder Constituyente que debata un proyecto de Ley Constitucional que dotará al Estado venezolano de las capacidades institucionales, jurídicas y de herramientas de gestión para enfrentar y superar la más perversa, extendida y brutal agresión que haya sufrido nuestra Patria en 200 años de vida republicana.ANTECEDENTES DEL BLOQUEO: EL CAMBIO DE RÉGIMENDesde que el pueblo venezolano eligiera al Comandante Hugo Chávez Presidente de la República el 6 de diciembre de 1998, el imperio estadounidense definió una doctrina estratégica, un plan que ha dominado desde entonces las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela: la doctrina del cambio de régimen. Esta ideología establece que Estados Unidos no permitirá la consolidación en Venezuela de un proyecto político y de una democracia regida por los principios de independencia, autodeterminación, soberanía e igualdad entre los Estados.El imperio estadounidense no tolera que en Venezuela exista un Estado social de derecho y de justicia, una democracia popular, participativa y protagónica, cuyo centro es la búsqueda de la igualdad, el bienestar colectivo y la felicidad social. La doctrina del cambio de régimen establece que Estados Unidos hará todo lo que esté a su alcance para evitar que Venezuela construya pacífica y democráticamente un camino propio hacia el desarrollo, la justicia social y el bienestar: el camino al Socialismo.En más de dos décadas, esta doctrina hegemonista ha sido aplicada y llevada adelante por tres presidentes estadounidenses: George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump. El cambio de régimen plantea que, para sustituir el proyecto bolivariano, Estados Unidos aplicará en sus relaciones con Venezuela todas las opciones disponibles —“todas las opciones sobre la mesa”, como le gusta decir a Donald Trump—: derrocar al Gobierno legítimo de Venezuela, destruir nuestro modelo democrático, aniquilar las fuerzas políticas y sociales que lideran el proceso revolucionario y tomar control del país. Ese es, en resumen, el plan que guía la conducta del imperio hacia Venezuela.Se trata de una ideología anacrónica y reaccionaria, que revive los más oscuros tiempos de la Doctrina Monroe y que tiene dos grandes objetivos. En primer lugar, disciplinar políticamente a los pueblos del continente, arrancando de raíz el peligroso ejemplo de la Revolución Bolivariana y asegurando el control sobre el “patio trasero”, como despectivamente llaman en la Casa Blanca a América Latina y el Caribe. Cree la élite estadounidense que, liquidando el proyecto bolivariano, enviarán un mensaje a todos los pueblos del continente: que nadie se atreva a proponer un modelo democrático y popular, pues será puesto en la mira del imperio.La concreción de esta ambición la vemos en el renovado bloqueo contra Cuba; en la agresión contra la Nicaragua sandinista; en golpes de Estado contra Evo Morales, Dilma Rousseff, Fernando Lugo y Mel Zelaya; y en la traición en Ecuador al proyecto de la Revolución Ciudadana. Es la misma doctrina que usa como títeres a gobiernos de naciones hermanas, los instrumentaliza y, con total desprecio por sus pueblos, utiliza sus territorios como plataforma de agresión contra Venezuela. Los ejemplos más claros de esta perversión política, extremista y criminal son hoy la Colombia de Iván Duque y el Brasil de Jair Bolsonaro.El segundo gran objetivo de esta cruzada contra Venezuela tiene que ver con la economía. Asaltar el poder político en Venezuela y cambiar el modelo político tiene como fin último saquear nuestro país. El objetivo final es tomar control absoluto de los inmensos recursos y riquezas de nuestra nación —recursos que son propiedad exclusiva e irrenunciable del pueblo venezolano— como palanca para su desarrollo. Para hacerlo, el imperio necesita destruir al Estado, arrasarlo y “rediseñarlo” bajo la fórmula atroz del neoliberalismo y el neocolonialismo.Es esto —y no otra cosa— lo que busca el halcón imperial en Venezuela: apropiarse de nuestros hidrocarburos, de nuestros minerales, de nuestra inmensa extensión de tierra, de los gigantescos reservorios de agua y biodiversidad con que la naturaleza ha bendecido a nuestra Patria. El plan de Washington y de sus operadores internos es poner las manos sobre el patrimonio material y espiritual del pueblo venezolano, entregándolo al servicio de intereses corporativos y geoestratégicos del decadente imperio estadounidense.A este plan, que busca reducirnos a la condición de vasallos, de nueva colonia, es a lo que nos hemos enfrentado desde 1999. A este proyecto de destrucción del Estado, que pretende instalar un gobierno satélite que franquicie al país y lo entregue a los poderes fácticos globales, y a ese proyecto antipatria la Revolución Bolivariana, con Chávez y conmigo al frente, ha plantado cara durante 20 años.LA GUERRA DEL CAMBIO DE RÉGIMENLa estrategia del imperio se ejecuta a través de la guerra. Una guerra no declarada, invisible, que no vemos, pero cuyos efectos sentimos todos los días en nuestra vida —en el trabajo, en las familias, en los afectos y en la conciencia. La guerra para el cambio de régimen es multiforme y, como toda guerra, es cruel, inhumana y criminal. Detrás de una retórica hipócrita y del cínico discurso que ensalza la democracia y las preocupaciones humanitarias, se esconde la más abyecta ambición: Estados Unidos no quiere democracia ni elecciones en Venezuela. Para sojuzgarnos, ejecuta un ataque dirigido a destruir nuestra economía y arrasar las bases materiales que sustentan la vida de nuestro pueblo.EL BLOQUEO Y SUS IMPACTOS ECONÓMICOS Y SOCIALESEl bloqueo económico, financiero y comercial contra nuestro país, que se ejecuta desde 2015, es la materialización en el campo de la economía de esa política de guerra. Su objetivo es asediar, ahogar y asfixiar la economía venezolana hasta implosionarla, y generar una crisis interna que justifique una intervención externa y un cambio de régimen.El bloqueo, ejecutado a través de la política de sanciones —que el discurso de la derecha venezolana niega— no es una simple lista de personas a las que se les retira la visa. La guerra es total y se extiende sobre nuestra forma de vida, sobre nuestra forma de trabajar, producir y consumir. El bloqueo es, como diría Von Clausewitz, la continuación de la guerra por otros medios, en este caso, por medios económicos.Asfixia fue la primera fase. En cinco años, el bloqueo logró cortar el financiamiento al país, impidiendo que el Estado disponga de las divisas necesarias para adquirir alimentos, medicinas, insumos, repuestos y materia prima esenciales. El cortocircuito económico, financiero y comercial inducido por el bloqueo nos impide obtener recursos para fortalecer el salario y los beneficios de los trabajadores, para alimentarnos, salvar vidas, educar a nuestros niños y niñas y sostener el sistema de protección social.Entre 2014 y 2019 Venezuela experimentó la más brusca caída de ingresos externos de su historia: en seis años perdimos el 99% del volumen de ingresos en divisas. De cada 100 dólares o euros que el país obtenía por la venta de petróleo en 2014, hoy obtiene menos de 1. Ese desplome sin precedentes tuvo como causa inicial la guerra declarada contra los precios del petróleo, diseñada por el imperialismo y las transnacionales de la energía. Posteriormente, cuando los precios iniciaron una relativa recuperación, se pasó a la fase dos: el colapso, el bloqueo total a la economía.La caída de los ingresos externos se aceleró a partir de 2015 con la persecución financiera contra PDVSA, que culminó en 2019 con el robo de CITGO, la operación de despojo más grande de la historia reciente contra una nación. Desde 2015, el ritmo de caída de los ingresos externos de Venezuela se elevó en cerca de 30.000 millones de dólares al año. Estas cifras desafían la imaginación: resulta imposible imaginar el tamaño de la presión aplicada a nuestra economía y el sufrimiento impuesto a nuestro pueblo.EL BLOQUEO A PDVSAPara minar nuestra economía y arrodillar al país, el imperialismo sabía que debía golpear a PDVSA. Así lo expresaba una declaración del Departamento de Estado de Estados Unidos en enero de 2018: “La campaña de presión contra Venezuela está funcionando. Las sanciones financieras que hemos impuesto han obligado al Gobierno a comenzar a caer en default… Entonces, nuestra política funciona, nuestra estrategia funciona y la mantendremos”. Esta es la confesión de un delito internacional, de un acto de salvajismo económico con la intención de dañar a un país y a su pueblo; la confesión de un crimen de lesa humanidad.Desde 2015 la persecución contra nuestra industria petrolera ha seguido varios cursos de acción: persecución financiera para asfixiarla económicamente; operaciones jurídico-políticas en tribunales extranjeros para despojarla de sus activos; embargo al comercio internacional del petróleo venezolano; y sabotaje interno para provocar la caída de la producción. La confiscación de recursos y activos de PDVSA, incluida la empresa CITGO —cuyos activos superan los 40.000 millones de dólares— pasará a la historia como uno de los actos más canallas de infamia.Las órdenes ejecutivas de Donald Trump impidieron que PDVSA se financiara en los mercados financieros, mermando su capacidad de inversión y producción. Entre 2014 y 2019 la producción petrolera de Venezuela cayó 66,5%. Para 2019 producíamos solo un tercio de lo que producíamos en 2014. Entre 2015 y 2019 se dejaron de producir aproximadamente 1.195 millones de barriles. Estudios independientes estiman que las sanciones fueron responsables de aproximadamente el 58% de la caída de la producción de PDVSA desde 2015, y calculan que el ingreso no percibido por la República por esa caída asciende a unos 65.000 millones de dólares.El asalto a buques y despachos que traen productos para reactivar refinerías, el embargo de facto a las ventas de crudo y la presión sobre proveedores para negar repuestos y servicios forman parte de una operación mafiosa aplaudida por empresas buitres y por la dirigencia extremista de la derecha venezolana. ¿Cuánto podríamos haber hecho con esos recursos? ¿Cuántas viviendas, vidas, alimentos y medicinas habríamos podido garantizar si no se hubiesen ensañado contra PDVSA?IMPACTOS SOCIALES DEL BLOQUEOCuando decimos que el bloqueo y las sanciones constituyen el más perverso delito contra el pueblo venezolano es porque atacan directamente el derecho a la vida, los derechos esenciales y la dignidad de todos nosotros. Durante la primera década de este siglo, Venezuela obtuvo los mayores indicadores sociales del continente: las políticas sociales de la Revolución redujeron la pobreza y la pobreza extrema a niveles históricos, aplanaron la pirámide social y transfirieron riqueza hacia clases medias y sectores históricamente excluidos.El Comandante Chávez diseñó el Sistema de Misiones y Grandes Misiones que, con participación popular, dio respuesta a la deuda social acumulada: Barrio Adentro, Robinson, Ribas, Mercal, la Gran Misión Vivienda Venezuela, la Gran Misión Alimentación, entre otras. Estas misiones permitieron una gigantesca transferencia de recursos hacia sectores medios, pobres y excluidos. Chávez impulsó la ley laboral más avanzada del continente, la lucha contra el latifundio y la entrega de millones de hectáreas al pueblo campesino. Se inició un ambicioso proyecto de vivienda social que, hasta la fecha, ha entregado hogar a millones de familias.En una década, el Estado dedicó a la inversión social casi 800.000 millones de dólares. Venezuela se convirtió en una nación de derechos, más igualitaria e incluyente: un auténtico Estado del bienestar, centrado en la justicia social y en la búsqueda de la suprema felicidad social. El criminal bloqueo y la agresión multiforme han atacado el corazón de ese proyecto. Nuestros indicadores sociales —mortalidad infantil, niveles de nutrición, consumo calórico, acceso a alimentos— han sufrido el impacto del bloqueo.El Centro de Estudios de Política Económica de Estados Unidos y economistas como Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs sostienen que, por sus efectos sobre la población, las sanciones deben considerarse un “castigo colectivo” y atribuyen al bloqueo la responsabilidad de miles de muertes en el país.UN MARCO JURÍDICO QUE LEGITIMA LA AGRESIÓN ECONÓMICALa arquitectura del plan contra Venezuela fue diseñada desde Estados Unidos, a través del sistema financiero, tribunales internacionales y estadounidenses, con el apoyo de un grupo de marionetas políticas que legitiman el latrocinio contra la Patria. La asociación entre los halcones de la Casa Blanca, las empresas buitres y la banda de delincuentes que encabeza Juan Guaidó conforma hoy una organización criminal.Desde 2014 Estados Unidos ha promulgado leyes, decretos y órdenes ejecutivas —incluyendo una firmada por Barack Obama en 2015 y seis por Donald Trump— además de cientos de medidas administrativas que conforman la política de sanciones y bloqueo contra Venezuela. Estos instrumentos jurídicos son el brazo aplicador del más salvaje bloqueo que haya conocido el mundo y que, por su impacto, muchos expertos califican como crimen de lesa humanidad.Esa política no es caprichosa ni personal; se inserta en una acción estratégica sustentada en leyes del Congreso de 1976 y 1977 que otorgan poderes especiales al Presidente de Estados Unidos ante situaciones de emergencia nacional. Así, en 2015 Barack Obama declaró a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de Estados Unidos”, justificando medidas de excepcionalidad para perseguir, sancionar, confiscar fondos y activos e incluso ejecutar acciones militares.UNA NUEVA ESTRATEGIA: QUÉ HACER FRENTE AL BLOQUEOEl bloqueo es una política de Estado y debe ser respondida con acciones y herramientas de Estado acordes a la gravedad del problema. El pasado 13 de febrero acudimos a la Corte Penal Internacional para denunciar a quienes desde Estados Unidos han cometido atroces crímenes de lesa humanidad. Confiamos en que la justicia internacional verá el daño gigantesco causado a nuestro pueblo.Pero esa acción no es suficiente. Es tiempo de que la nación, con el concurso de todos sus ciudadanos de bien —patriotas, sectores productivos, intelectuales, científicos, Fuerzas Armadas y Poder Popular— responda al bloqueo con una estrategia de defensa y contraataque. Debemos adaptarnos creativa y audazmente: flexibilizar nuestro marco jurídico y administrativo, proteger recursos y activos, y buscar fórmulas para comerciar libre y legalmente con el mundo sin temor a represalias.No podemos permitir que nuestros recursos sean congelados, bloqueados o confiscados. Es un deber patriótico defender el patrimonio de los venezolanos, proteger recursos para producir y distribuir mejor. Necesitamos recuperar ingresos apoyándonos en nuestras fortalezas y capacidades. Por eso acudo ante este órgano del poder constituyente originario para pedir que discuta, debata y apruebe una Ley Constitucional para enfrentar y superar el bloqueo: la he denominado Ley Antibloqueo para el Desarrollo Nacional y la Garantía de los Derechos del Pueblo Venezolano.DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA LEY: PRINCIPALES ELEMENTOSLa Ley Constitucional que presentamos es una primera y necesaria respuesta jurídica para hacer frente al bloqueo. A través de esta ley se crean mecanismos que fortalecerán la gestión pública, mejorarán los ingresos de la nación y generarán incentivos adecuados, bajo controles flexibles, para estimular la actividad económica interna y alianzas productivas externas que favorezcan el desarrollo nacional.Todos los países bloqueados han desarrollado instrumentos jurídicos similares. La Ley Antibloqueo, dentro del ordenamiento constitucional y en un marco normativo especial y temporal, permitirá al Estado:• Proteger activos internos y externos frente a confiscación y saqueo mediante una gestión eficiente.• Realizar alianzas con sectores productivos y empresas, dentro y fuera de Venezuela, para desarrollar sectores estratégicos: hidrocarburos, minería, industrial, agrícola y servicios.• Diseñar mecanismos temporales para acelerar la gestión de sectores económicos, atraer inversiones a gran escala y mejorar el ingreso nacional, flexibilizando, por ejemplo, la participación accionaria del Estado en empresas mixtas.• Gestionar activos y pasivos del Estado para aumentar ingresos.• Crear marcos de incentivos laborales y tributarios, y fortalecer la estabilidad jurídica en sectores productivos específicos.• Potenciar el uso del Petro y otras criptomonedas en el comercio interno y externo.La Ley Antibloqueo prioriza la obtención de recursos que el país necesita y que han sido robados por el gobierno de Estados Unidos. Abre puertas a la innovación administrativa y a la gestión legal para encontrar caminos propios que permitan salir de la crisis inducida por el bloqueo.La Ley reafirma la estabilidad laboral y el pleno disfrute de derechos sociales en los sectores en que se apliquen sus medidas. Ordena que los nuevos ingresos se destinen prioritariamente a:• Fortalecer el ingreso real de trabajadores y políticas de recuperación progresiva del salario.• Fortalecer y ampliar la red y políticas de protección social —alimentación y salud—.• Dirigir ingresos extraordinarios a programas como los CLAP y la protección social de niños, niñas, adolescentes, madres y sectores vulnerables.• Mejorar la provisión de servicios públicos: agua, energía, gas doméstico, transporte y telecomunicaciones.La Ley es un instrumento para blindar los 16 motores productivos diseñados junto al pueblo y relanzar la economía, creando una economía real, productiva, basada en trabajo, innovación, ciencia, producción industrial y agrícola y el desarrollo de nuestras potencialidades. Es un instrumento para avanzar en el Plan de la Patria legado por Chávez, guía para la construcción de la Venezuela Potencia.Los mecanismos creados por este instrumento estarán vigentes de forma excepcional mientras dure el bloqueo o hasta que cesen los efectos de las sanciones.CIERRE: LLAMADO A LA UNIDAD Y A LA LUCHA PATRIÓTICAQueridos constituyentes y pueblo de Venezuela: como hemos demostrado, enfrentamos la más grande y extendida agresión de nuestra historia, ejecutada por un imperio cruel. Enfrentamos una organización criminal internacional que reúne a intereses financieros, corporativos y políticos. Esta conspiración no se detendrá hasta destruir Venezuela, por lo que es urgente unir al país.Tras cinco años de infamia, bloqueo y sanciones, Venezuela marcha en paz hacia el proceso electoral del 6 de diciembre para elegir al nuevo Parlamento Nacional. Nada de lo que han hecho contra la Patria hubiese alcanzado tal atrocidad sin la complicidad de políticos sin alma que, habiendo llegado por la vía electoral al control de la Asamblea Nacional, traicionaron al país. En el camino hacia superar los efectos del bloqueo es fundamental reforzar la conciencia patria y marchar en paz hacia la elección del 6 de diciembre, respetando nuestras diferencias.Venezuela no le pertenece a una persona ni a una parcialidad: nos pertenece a todas y a todos. Tenemos un compromiso con la Patria “hasta en las venas” y la principal tarea de los próximos años será superar y vencer el bloqueo y las sanciones; derrotar esta guerra híbrida que se libra por la economía. Por ello es fundamental dotar al Ejecutivo Nacional, con respaldo de todas las instituciones, de las capacidades necesarias para enfrentar este latrocinio.Convoco a la unión y a la unidad nacional —más allá de diferencias— para superar el bloqueo. Estamos obligados por nuestra historia, la Constitución, la memoria del Libertador Simón Bolívar y el legado del Comandante eterno Hugo Chávez a plantarle cara a esta canallada. Venezuela ama la paz y quiere estar en paz con Estados Unidos; es el imperio el que nos declaró una guerra silenciosa.Hemos soportado cinco años de agresiones perversas e inhumanas. Nos tocó a esta generación enfrentar esta dura prueba; el bloqueo ha herido profundamente a nuestro pueblo, pero no le ha borrado la sonrisa, la ternura ni la solidaridad. Somos hijos e hijas de Bolívar, de Guaicaipuro, de Zamora y de Chávez. Hoy estamos más fuertes. Y mañana estaremos aún más.Hemos pagado un alto precio por defender el patrimonio, la soberanía y la dignidad de la Patria. Nos toca abrir caminos al futuro. Resuenan las palabras de José Félix Ribas: “No podemos optar entre vencer o morir; necesario es vencer.” Y las de Pablo Neruda: “Nuestras estrellas principales son la lucha y la esperanza.” Citando a Rimbaud: “sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.”Yo agrego: con ardiente paciencia, trabajo, conciencia y unión, derrotaremos la oscuridad del bloqueo y elevaremos al pueblo venezolano a su destino histórico: el desarrollo y el bienestar por el camino del Socialismo.Pueblo venezolano: aquí estamos —tus hijos e hijas de bien— para defenderte, amarte y transitar juntos el camino hacia la victoria. ¡Superaremos juntos! ¡Nosotros venceremos!